miércoles, 25 de febrero de 2015

La generación de la agenda: ESTRÉS INFANTIL




Nuestra generación ha vivido en una época dura de competencia profesional en la que conseguir un puesto de trabajo acorde a tu formación era un sorteo con destino al Caribe. Esto nos ha traído grandes consecuencias, no sólo el ritmo de vida que hemos elegido (obviando por completo los consejos de nuestros padres y dejándonos sumir en un mundo de codazos y de tiempo consumido frente a un ordenador mejorando y creciendo intentando ser insuperables) sino también una percepción del mundo que nos ha obligado pedir en la lista de regalos para el bebé una agenda para sus 18 primeros años de vida con posibilidad de ampliar si vemos que el niño se pone rebelde. Y hemos pasado de la generación del “niño sube a por el bocadillo” a “la generación de la agenda”, de una en la que podamos escribir en los márgenes, de esa en la que no sabes por dónde empezar… la generación del estrés.

Las actividades extraescolares se han convertido en un requisito indispensable para conseguir el perfil profesional para el futuro, ampliar la formación de nuestros hijos a través de un amplio abanico de actividades es algo que tenemos en cuenta a la hora de hacer números alrededor de su educación. Tenemos tan claro que le mejor herencia que le vamos a dejar es formación para poder competir en este mundo en continua crisis laboral que hemos adelantado la edad en la que comenzamos a exigir su implicación en este sentido. Ya no basta que le motive el hecho de realizar esa actividad, es una obligación y por tanto una continuidad de su formación reglada. 

Que les ofrezcamos esta oportunidad y participen en diversas actividades extraescolares les ayuda a la socialización, aumenta su autoestima, desarrolla habilidades, provoca que tengan mejores resultados educativos…  en definitiva, debería de ser positivo… entonces ¿cuál es el debate?... el exceso, el empacho, el que en la jornada de nuestros hijos no haya un pequeño espacio (gran espacio) para el juego.

En la actualidad son los propios alumnos los que desean participar en distintas actividades pues son conscientes de que deben ser los mejores en todo. Este es el mensaje equivocado: debemos ser los mejores en todo. Comencemos cambiando la afirmación para seguir avanzando: tenemos que ser los mejores en lo que hagamos, en aquello para lo que seamos aptos, para lo que estemos capacitados. Con este argumento es probable que reduzcamos el nivel de presión nuestra y de nuestros hijos y comencemos a disfrutar del ARTE DE APRENDER.

Debemos prepararles para el FUTURO…viviendo el PRESENTE.

Reseteemos, relajemos nuestro miedo y esa sensación de que no queremos que pierdan el tiempo… si algo está claro es que no se trata de cantidad de aprendizaje, se trata de calidad en el aprendizaje…
No tengamos prisa en cargar sus cabezas de conocimientos para abrirles las puertas a un futuro mejor, el aprendizaje requiere su tiempo, sus ritmos, hablamos de un proceso lento y debemos respetar el proceso natural. No podemos restarle al juego y pensar que conseguiremos más y mejor.

JUEGO, JUEGO Y MÁS JUEGO… un niño que no juega no aprende, no socializa, no disfruta del arte de las emociones. Estamos viviendo una época de socialización reglada a través de los grupos que se forman en las distintas actividades a la que nuestros hijos acuden cada tarde al salir del colegio, pero es una socialización dirigida, con normas, con un director de orquesta. ¿Qué tiempo tienen para la socialización del juego, esa en la que deben aprender a resolver sus conflictos, ceder, auto controlar sus impulsos? 

¿Cómo puedo saber cuándo mi hijo lo sufre? Debemos atender a sus tres ambientes principales: familia, colegio y relaciones sociales.

Los expertos clasifican entre los factores más comunes:

Familia:

  •  Separación de los padres.
  • Violencia.
  •  Pérdida de un ser querido.
  • Atender las expectativas demasiado altas de la familia.
  • No dejar espacio para el juego.
  • Sobre estimulación.

Colegio:

  • Bajo redimiento.
  • Críticas de compañeros e incluso bullying.
  • Las tareas escolares. 
  • Cambiar de colegio.
  • Relación con los profesores.
Entorno social:
  •  Hablar en público.
  • Falta de amigos.
  • Cambio de barrio o ciudad.

¿CÓMO RECONOZCO EL ESTRÉS EN MI HIJO?

Las manifestaciones más comunes:
  • Baja su rendimiento escolar.
  • Cambio en su personalidad.
  • Pérdida o aumento del apetito.
  • Pérdida o aumento del sueño.
  • Ansiedad: dolores de cabeza, dolor de estómago, mareos.
  • Enfados, rabietas.

¿CÓMO PREVENIR EL ESTRÉS? 

En nuestra mano está intervenir en el ambiente que rodea a nuestro hijo para mitigar los factores generadores de este mal cada vez más común:
  • Respetar sus tiempos.
  • No exigirle metas difíciles de conseguir.
  • Crearle un ambiente de juego.
  • Cuidar el ambiente familiar.
  • Evitar la sobrecarga de actividades.
  • Valorar positivamente su trabajo.
  • Ayudarle en sus tareas y facilitarle el camino para conseguir éxito en las mismas.
  • Comunicación.
Las claves están en ser conscientes de que los niños, aun con crisis, paro y exigencias laborales… siguen siendo niños. Debemos ayudarles en su formación pero sin olvidar que el mejor aprendizaje lo obtendrá JUGANDO. 



“Jugar para un niño es la posibilidad
de recortar un trocito de mundo…
y manipularlo” 

FRANCESCO TONUCCI

miércoles, 18 de febrero de 2015

Poder y negociación en el seno de las organizaciones



En la vida caminamos con maleta, los tamaños varían en función de la edad, de las experiencias que vamos viviendo, pero la realidad es que cargamos con ella e inevitablemente le terminamos tomando cariño, a veces nos permitimos elegir el color, otras simplemente te toca y la llevas a cuestas esperando el momento de poder abandonarla en cualquier rincón.

Tengo la suerte de rodearme de personas que me cargan el equipaje con experiencias únicas, de una formación profesional y personal que me permite levantarme cada día y asumir responsabilidades sin miedo, de gente con genio, con carácter, con iniciativa, de amigos, de compañeros, de colaboradores…

No pude asistir a la presentación de su último libro y me habría encantado  formar parte de ese momento, parte de esa experiencia en su maleta ... porque después de estos años en el que ha tenido que ir tomando decisiones, duras y decisivas, se ha reinventado, se ha levantado y ha decidido adaptarse a los cambios y no cesar en el empeño de continuar.


“En este libro me atrevo a hablar de la palabra tabú: fracaso, en un tono positivo. Cuando hablo de fracaso me refiero a: malogro, resultado adverso de una empresa o negocio.  A pesar de ello, no perdamos de vista que el español en general, y el andaluz en particular, lleva en su código genético el hecho de que el fracaso es el final, y que una vez llegado a ese puerto no hay nada qué hacer. En contraposición, otros países y culturas el fracaso se acepta como un estadio más del devenir de un profesional, y no digamos de un emprendedor.

En suma, fracasar en el mundo de la empresa y la gestión debe ser tomado como algo natural, ya que es la única manera de  analizar cada error, obtener conclusiones y modificar la estrategia y tácticas en base a ellas…”


 Pues sin miedo y con esfuerzo… seguimos adelante...






martes, 10 de febrero de 2015

Camino a la escuela...



7:45 y comienza la lucha por despertarle. Le dejo dormir un poco más mientras le preparo un buen desayuno y durante el tiempo en el que transcurre esta rutina repito la misma frase: “qué pena”… porque imagino lo calentito que está abrazado a sus sábanas dos segundos antes de oírme entrar por la puerta… Los lunes son horribles, es una vuelta a empezar con mil protestas y  un “no quiero ir al cole” que se repite a cada segundo… nos montamos en el coche, enciendo la calefacción…
No más de 15 minutos, esto es lo que tarda Jose en llegar al colegio…

“Un día, mientras yo estaba en el Lago Salado de Magadi, (Kenia), por necesidades de una película, vi a cinco jóvenes que llevaban una bolsa extraña en el cinturón. Cuando les pregunté qué era, uno de ellos se adelantó y con mucho orgullo sacó una flamante pluma, pizarra y una tiza. Jadeante, me dijo que estaba de camino a la escuela. Hacía dos horas que había dejado el pueblo y corría hacia la escuela bajo el sofocante calor”. Esto es lo que hizo que un documental como Camino a la escuela terminara en los cines mostrando la realidad de muchos niños que cada día se levantan con la ilusión de aprender para poder tener, con suerte y mucho esfuerzo, un futuro mejor.

A través de la historia de Jackson, Carlitos, Zahira y Samuel descubriremos como la ilusión y el coraje por conseguir los sueños hace que estos niños luchen cada día para no perderse ninguna clase. Tienen planes, unos padres que les apoyan en la consecución de los mismos… la finalidad no es diferente a la de nuestros pequeños, a la de los alumnos con los que me rodeo cada día… el fondo podría ser muy parecido pero su historia se contará, sin duda, con una voz desgarrada por la emoción de una realidad difícil de imaginar.

No sólo recomiendo ver esta película, especialmente animo a hacerlo en familia para después debatir y reflexionar sobre cómo vivimos, a veces, ajenos a las realidades exteriores. Trabajamos la empatía a diario, en lo rutinario que nos va surgiendo en cada sesión, con cada actividad... pero en muchas ocasiones es importante abrir las ventanas y ver más allá del cristal donde las oportunidades se miden con las palmas de las manos, donde la suerte no sólo es cuestión del azar…






 Trailer camino a la escuela

 "Cuando un hombre sabe a dónde
va, el mundo entero se aparta
para dejarle paso"

Bertrand Russel