viernes, 30 de enero de 2015

Motivación, Pasión, Acción... ¡Los profesores a formar!



Enfrentarte al aula es una responsabilidad de la que a veces no somos conscientes. Nos ponemos frente a un grupo de alumnos con la labor de dirigir su vida durante ocho horas diarias. Con este panorama nos convertimos, sin darnos cuenta, en el escultor modelando arcilla, podemos hacer una magnífica escultura o podemos convertir aquel material tan sensible en una obra sin definir, con determinadas carencias  y con difícil solución una vez el barro se ha secado…

La pregunta es: ¿Están todos los profesores cualificados para una labor con tanta repercusión? ¿Nos han formado con la base necesaria para enfrentarnos a la enseñanza o debemos intentar actualizar aquello que un día nos contaron durante nuestros años universitarios? ¿Se trata de conocimiento y formación o de habilidad?
Leyendo algunos artículos sobre el tema me sobrecogió unos párrafos que desarrollaban la educación emocional afirmando que se trataba de una innovación educativa que respondía a las necesidades sociales no atendidas en las materias académicas ordinarias. Voy a intentar guardarme mis opiniones al respecto, pero ahí lo dejo, para la reflexión del fin de semana.

Hay quien piensa que el profesor debe de formarse y que para ello debían de diseñarse programas específicos, que debían de contar con material curricular. No dudo de la necesidad de contar con programas específicos en el aula, en el que el profesorado apoye sus habilidades para enfrentarse a situaciones complejas que nos podemos encontrar, donde las necesidades de un entrenamiento emocional superan a lo que podemos considerar parte del desarrollo de nuestros alumnos, casos en los que necesitamos del apoyo de profesionales cualificados para ayudarnos en esta tarea y que están integrados (o deberían) en la vida escolar del alumno, del profesor y, por supuesto, de la familia. Pero, para atender emocionalmente a nuestros alumnos, los profesores deben de tener una habilidad innata que no se enseña en la universidad, hace falta vocación sumado a un proyecto educativo que nos acompañe en esta labor.
“El suspense, la intriga, la curiosidad, la novedad, la sorpresa, el sobrecogimiento, la pasión, la compasión, la empatía, conseguir objetivos, el descubrimiento, la competición, la superación de obstáculos, los logros, la sensación de avanzar … todo esto desempeña un papel fundamental para abrir el cerebro del aprendizaje” (Gilbert, 2005)

Todo esto es lo que debe de motivar un profesor en el aula, un buen profesor es un entrenador de expectativas positivas, es un generador de motivación, es creador de empatía, precursor de emociones, facilitador para crear un clima donde despertar la inteligencia emocional, base del resto de habilidades. Es un mago con un as bajo la manga.
9:00 de la mañana, comienza el desfile de familias, de niños correteando por los pasillos, encendemos los equipos, preparamos el material…sabemos que nos enfrentamos a un día en el que ocurrirán un sinfín de situaciones que nos harán replantearnos la dinámica a seguir y, desde ese momento, el futuro emocional de los pequeños está en nuestras manos. Cada gesto, cada mirada, cada refuerzo, las aprobaciones, las decisiones y las sonrisas están a examen con 25 miembros en el jurado. O pones pasión o el suspenso está asegurado.

Suerte.


"Los niños de hoy son, probablemente, 
la generación más sofisticada
que haya existido"

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